OBATALÁ
MUNDO YORUBA | BABALAWOS
OBATALÁ
Obatalá, es el padre bondadoso de todos los orishas y de la humanidad. Él es también el dueño de todas las cabezas. Orisha mayor. Creador de la tierra y escultor del ser humano. Es la deidad pura por excelencia, dueño de todo lo blanco, de la cabeza, de los pensamientos y de los sueños. Hijo de Olofin y Olodumare. Fue mandado a la tierra por Olofin para hacer el bien entre los hombres y para que gobernara como rey del planeta. Es misericordioso y amante de la paz y la armonía rige la buena conducta y es capaz de aplacar a su hijo Shango y a Oggun Arere. Todos lo buscan como buen abogado. No admite que nadie se desnude ante su presencia o se pronuncien frases duras e injuriosas. Sus hijos deben ser muy respetuosos. Tiene 24 avatares o caminos. No se deja ver por nadie y si alguien lo viera quedaría ciego por siempre, sus hijos son personas de férrea voluntad, dignas, tranquilas y dignas de confianza, jamás se lamentan de los resultados de sus propias decisiones, muy dados a las letras. Es además dueño de la plata y todos los metales, sus ropas y collar también lo son blancos. Obatalá se sincretiza con la Virgen de las Mercedes. Su color es el blanco, al cual a veces se le da realce con rojo, morado u otros colores para diferenciar sus diferentes caminos o avatares.
Las aflicciones contra las que protege son la ceguera, parálisis y demencia. Los animales que se le inmolan son chivas, palomas, guineas, gallinas blancas. Las prohibiciones son las bebidas alcohólicas, cangrejo y judías. Las comidas son arroz blanco, torre de merengue, adornada de grageas plateadas, natilla de leche, cuatro litros de leche en taza sobre platos blancos, arroz con leche en polvo en 8 platos blancos, arroz con leche sin sal y manteca de cacao, calabazas blancas, champola y 16 anones, entre otras. Babosas y caracoles. Bolas de malanga y ñame. Bolas de manteca de cacao y cascarilla. Y en general, cualquier comida blanca y sin sal. Flor de algodón, ñame y zapotes. En los bailes de este santo los participantes imitan los movimientos suaves de un anciano, de un jinete que blande una espada, o sacuden el rabo de caballo blanco (Iruke) para limpiar los caminos.